La entrada de una casa me parece importante. En ocasiones, me he preguntado ¿si la manera en que una casa te recibe fisicamente será una indicación de cómo te recibirán emocionalmente? Al final de cuentas, la entrada a una casa es la primera impresión. Ella te recibe antes que sus habitantes. Por lo tanto, la entrada es ya un gesto de bienvenida. Yo me imagine para mi casa una entrada individual, pequeña, intima, personal. No espero a muchas visitas, pero cada una que venga será anticipada, recibida con atención. Yo saldré a abrirles la puerta. Habrá un encuentro cara a cara, intimo, cuerpo a cuerpo. Me gusta que las entradas tengan una pequeña banca a su lado en donde apoyar tus cosas, el super, tu bolso, una maleta. Me gusta que tengan plantas alrededor y que tengan una lampara sutil que ilumine sin sentirte tu iluminado. Me gusta que las entradas tengan un escalón, que al pisar el acceso sepas que estas cruzando un umbral, un umbral intimo. Al final de cuentas, abrir la puerta de la casa es literalmente abrir tu casa, es recibir, es compartir, es contener, aunque sea por un instante, a otra persona en tu espacio intimo. Inclusive si eres tu mismo entrando a tu propia casa, el umbral de intimidad tiene efecto. Tú mismo estas regresando a tu refugio, estas de vuelta con tu espacio intimo.